En una conferencia científica sobre envejecimiento efectuada hace aproximadamente tres décadas, prácticamente todos los presentadores estaban tomando vitamina E, nutriente con propiedades antioxidantes que, se pensaba, desaceleraría la destrucción celular de la edad.
En años posteriores, muchos informes a partir de observaciones y casos de estudio dejaron entrever que la vitamina E en dosis diarias y mucho mayores a lo recomendado podría contribuir a mantener a raya los males cardiacos y las embolias, diversos cánceres comunes, demencia y el mal de Alzheimer, cataratas, infecciones del tracto respiratorio, así como una diversidad de otros problemas de salud serios y, a veces, fatales.
La lógica era que un antioxidante como la vitamina E protege a las células de los nocivos efectos de los radicales libres, que son productos derivados del metabolismo, aunado a los agentes que dañan las células como la luz solar, radiación y quimioterapia.
Siempre con la esperanza de un elixir mágico, millones de estadounidenses conscientes de su salud empezaron a dosificar cantidades de vitamina E que eran docenas de veces superiores al consumo diario recomendado de este nutriente, soluble en grasa.
Si tan solo todos esos optimistas pronósticos hubieran resultado ciertos. Justamente de la forma que un estudio clínico bien diseñado desmintió la idea de que las hormonas en la postmenopausia podrían mantener saludable el corazón de la mujer, estudios clínicos controlados de la vitamina E han encontrado que este suplemento también deja que desear. Lo mismo es verdad en el caso de otro antioxidante, la vitamina C.
DEMASIADO DE ALGO BUENO
De hecho, estudios recientes han dejado entrever que el consumo de vitamina E en altas dosis pudiera ser peligroso paras muchos. En noviembre de 2004, la Asociación de Cardiología de Estados Unidos advirtió que si bien las pequeñas dosis de vitamina E halladas en multivitamícos y alimentos no eran nocivas, el consumo de 400 Unidades Internacionales al día o más podría incrementar el riesgo de muerte. La máxima cantidad diaria recomendada de la vitamina E en la dieta es 28.5 UI, para mujeres que están lactando.
Nadie sabe si otros antioxidantes, tomados como suplementos o concentrados en bebidas gourmet, terminarán enfrentando un destino similar, ya que no han sido sometidas a rigurosos estudios. Y dada la longitud, costo y dificultad de conducir los necesarios estudios, es probable que estos y otros antioxidantes nunca sean investigados de manera apropiada.
Así que usted quizá nunca sepa si gastar una fortuna en zumo de granada o algo similar vale la pena.
Algunos entusiastas de la vitamina E presentan objeciones a los estudios clínicos, pues consideran que usaron la forma equivocada de la vitamina, diciendo que cada una de las ocho formas de la vitamina tiene su propia actividad biológica.
Sin embargo, el tipo de vitamina E empleado en la mayoría de los estudios, alfa-tocoferol, es la forma más activa en seres humanos, con base en la Oficina de Suplementos Dietéticos de Instituto Nacional de Salud.
Aquí, entonces, está lo que sabemos acera de la vitamina E a partir de estudios clínicos en fechas recientes, realizados al azar y bajo control, la norma de oro de la investigación si se investigaran las preguntas correctas.
Una de las primeras indicaciones de que no existe beneficio para el corazón vino de un estudio efectuado en 2001 por la Universidad de Pensilvania entre 30 hombres saludables, el cual encontró que en dosis de 200 a 2,000 UI, la vitamina E ni siquiera prevenía la oxidación de grasas en la sangre que pueden dañar arterias. Cuatro años más tarde, los estudios de la Evaluación de Prevención de Resultados Cardiacos, que examinó casi 10 mil pacientes de 55 años de edad y más con males vasculares o diabetes, no encontró beneficio alguno para el corazón a partir una dosis diaria de 400 UI de vitamina E a lo largo de un promedio de siete años.
De hecho, quienes estuvieron tomando la vitamina presentaron mayores probabilidades de padecer insuficiencia cardiaca, lo cual impulsó la advertencia de la Asociación de Cardiología Estadounidense.
Unos cuantos meses después, llegó un informe sobre mujeres saludables. El Estudio de Salud de la Mujer, entre casi 40 mil mujeres de 45 años de edad en adelante, que fueron seguidas a lo largo de 10 años en promedio, no encontró beneficio general a partir del consumo de 600 UI de vitamina E cada tercer día en lo tocante a sucesos cardiovasculares (ataques cardiacos y embolia) o mortalidad total.
Hubo, sin embargo, una reducción de 24% en las muertes por causas cardiovasculares.
Un nuevo informe sobre varones fue divulgado en noviembre pasado. En él -el Estudio de Salud Facultativa – 14 mil 641 hombres de 50 años de edad en adelante fueron estudiados a lo largo de hasta ocho años. Se encontró que 400 UI de vitamina E cada tercer día no tenían efecto sobre la incidencia de importantes eventos cardiovasculares, incluidas muertes cardiovasculares.
El meollo de todos estos informes radicaba en que no se podía confiar en los suplementos de vitamina E para protegerse de males cardiacos y embolias.
Los estudios clínicos de Resultados Cardiacos también estudiaron el cáncer y no encontraron diferencias en la incidencia del cáncer o muertes durante el periodo de seguimiento, a lo largo de siete años, que pudiese ser atribuido a la vitamina E.
De manera similar, el Estudio de Salud de la Mujer no encontró un efecto considerable de dicha vitamina sobre la incidencia total del cáncer o cánceres de mama, pulmón o colon, ni efecto alguno sobre las muertes por cáncer.
De cualquier forma, persistía la esperanza de que la vitamina E por sí sola o en combinación con el mineral selenio o la vitamina C protegería a los varones en contra del cáncer de próstata. No hubo tal suerte. En el ejemplar de la Revista de la Asociación de Medicina Estadounidense del 7 de enero, dos grandes reportajes al parecer ofrecieron la última palabra con respecto a esta cuestión.
El estudio Select (acrónimo del Estudio de Selenio y Vitamina E para la Prevención del Cáncer) siguió a 35 mil 533 hombres de 427 localidades en Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico durante más de cinco años.
No encontró beneficio alguno, pero sí encontró un “mayor riesgo no-significativo estadísticamente de cáncer de próstata” en el grupo que tomó 400 UI de vitamina E.
El selenio por sí solo no ofreció beneficios, y tampoco lo hizo el selenio combinado con vitamina E.
El segundo estudio, una continuación del Estudio de Salud Facultativa, encontró que entre médicos varones que tomaron 400 UI de vitamina E cada tercer día y 500 miligramos de vitamina C diario, no hubo reducción del riesgo de padecer cáncer de próstata o cáncer en general.
En cuanto al cáncer de pulmón, un estudio de 2007 que financió el Centro Nacional del Cáncer encontró que los fumadores que consumían suplementos de vitamina E presentaban un riesgo ligeramente mayor de padecer la enfermedad.
Una revisión independiente de estudios, por parte de la Cochrane Collaboration publicada el año pasado, no encontró evidencia confiable en cuanto a la capacidad de la vitamina E en la prevención o tratamiento del mal de Alzheimer o un daño cognitivo leve, ni siquiera con dosis de 2,000 UI al día.
Y si bien la vitamina E forma parte de complejas fórmulas de las que se ha encontrado que desaceleran el progreso de la degeneración macular, nadie puede asegurar que la vitamina haya desempeñado un papel en los beneficios vistos con estos productos.
También existen posibles riesgos, ya que la vitamina E disminuye la tendencia de coagulación de la sangre y pudiera dar como resultado desagradables hematomas, a raíz de pequeñas prominencias.
En términos llanos, no hay solución rápida. La mejor oportunidad para llevar una vida larga y saludable no viene de ninguna píldora o poción, sino de ir en pos de un estilo de vida pleno.
Eso significa que se debe seguir una dieta llena de nutrientes pero moderada en cuanto a las calorías y rica en vegetales, fruta y granos enteros (muchos de ellos son buenas fuentes de vitamina E); no fumar; ejercitarse de manera regular; mantener un peso corporal que sea normal; así como conducir y montar de manera segura.
A su salud.
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