viernes, 5 de diciembre de 2008

“El Día que la Tierra se detuvo“


Hollywood sigue intentando vender proyectos ya vistos, agregando mayores niveles de efectos y publicidad mediática para convencer al público que esto es grande y que tiene que ir al cine a verlo, cueste lo que cueste.

En este caso nos encontramos con el título “El Día que la Tierra se detuvo“, una remaje del film de 1951 en el que un alien visita la tierra junto a su robot gigante, con motivo de llevar el mensaje a los gobernantes del planeta sobre la necesidad de buscar la Paz, si es que no quieren que otras civilizaciones se encarguen de eliminarlo al visualizar lo incivilizada y destructora que resultó ser la raza humana.

Dirigida por Scott Derrickson y protagonizada por nada menos que Keanu Reeves y Jennifer Connelly, “El Día que la Tierra se detuvo” se espera en Estados Unidos y España para el próximo 12 de diciembre, para finalmente tocar tierra argentina el proximo 8 de enero de 2009.




Imágenes de Marte

Robots exploradores transforman un objeto lejano y misterioso en territorio conocido.


El borde del cráter Victoria (sup.) se aprecia en una imagen tomada por el robot Opportunity. Con dos robots exploradores, una sonda de aterrizaje y tres orbitadores inspeccionando, nuestra visión del planeta rojo nunca ha sido más clara.
Foto de NASA/JPL/Universidad de Cornell

Hace mucho tiempo que Marte ejerce su atracción en la imaginación humana. Los antiguos veían al astro rojo y errático como violento o siniestro: los griegos lo identificaban con Ares, el dios de la guerra; los babilonios lo nombraron por Nergal, señor del inframundo, y para los chinos de la antigüedad era Ying-huo, el planeta de fuego. Incluso después de que Copérnico propusiera, en 1543, que el centro del cosmos local era el Sol y no la Tierra, la excentricidad de los movimientos de Marte siguió siendo un enigma, hasta que en 1609 Johannes Kepler analizó todas las órbitas planetarias como elipses, con el Sol en uno de los focos.

Ese mismo año, Galileo observó por primera vez a Marte a través de un telescopio. A mediados del siglo XVII, estos habían mejorado lo suficiente para poder apreciar cómo los casquetes polares del planeta rojo aumentaban o disminuían su tamaño de acuerdo con las estaciones, y distinguir rasgos como Syrtis Major, una mancha oscura que se creía era un mar superficial. El astrónomo italiano Giovanni Cassini logró observar ciertos rasgos con una precisión tal que le permitió calcular la rotación del planeta. El día marciano, concluyó, duraba 40 minutos más que el nuestro, de 24 horas; su cálculo falló por sólo tres minutos. Mientras que Venus, un vecino planetario más grande y cercano, presentaba una cubierta de nubes impenetrable, Marte mostraba una superficie lo suficientemente parecida a la Tierra como para invitar a la especulación de si estaba o no habitado por formas de vida.

Tras superar el efecto borroso que provoca la atmósfera densa y dinámica de nuestro propio planeta, telescopios cada vez más refinados permitieron obtener mapas de Marte con mayor detalle; en ellos se distinguían mares e incluso pantanos en los que las variaciones estacionales de la supuesta vegetación iban y venían con los fluctuantes casquetes polares. Uno de los cartógrafos más acuciosos de ese planeta era Giovanni Schiaparelli, quien utilizó el término italiano canali para referirse a las aparentes conexiones lineales entre lo que se suponía eran cuerpos de agua. La palabra pudo haberse traducido como “cauces”, pero “canales” capturó la atención del público y, en particular, la de Percival Lowell, un bostoniano adinerado y culto que en 1893 abrazó la causa de los canales como artefactos de una civilización marciana. Como astrónomo, Lowell sólo era un aficionado muy entusiasta, pero no un chiflado. Construyó su propio observatorio en una meseta cercana a Flagstaff, Arizona, a más de 2 000 metros de altura y, en sus propias palabras, “lejos del humo de los hombres”. Sus dibujos de Marte se consideraban superiores a los de Schiaparelli, incluso por astrónomos hostiles a las teorías del bostoniano. Lowell propuso que se trataba de un planeta moribundo cuyos habitantes, de gran inteligencia, combatían la desecación creciente de su mundo con un sistema de canales de irrigación que distribuía y conservaba el agua, cada vez más escasa, de los casquetes polares.

H.G. Wells dramatizó esta visión en un clásico de la ciencia ficción: La guerra de los mundos (1898). A los marcianos invasores, si bien tenían una apariencia horrorosa y eran despiadados, les atribuyó un poco de humanidad desapasionada. Con avanzados instrumentos y una inteligencia aguzada por la “necesidad apremiante”, los marcianos miran con envidia a través del espacio “nuestro propio planeta, más templado, verde por la vegetación y gris por el agua, con una atmósfera nublada que hace elocuente su fertilidad, y por entre los jirones de nubes que se esparcen atisban las grandes extensiones de terreno densamente pobladas y los mares estrechos con su multitud de navíos”.

En el siguiente medio siglo de fantasías marcianas nuestro planeta vecino fungió como un gemelo oscuro en el que se proyectaban preocupaciones terrenales, ansiedades y debates. Asuntos contemporáneos tan candentes como el colonialismo, el colectivismo y el agotamiento de los recursos naturales por la industrialización hallaron un amplio espacio de expresión en diversas utopías marcianas.

Pero toda la extravagante megafauna marciana cayó en el olvido, barrida por las fotografías que tomó la nave Mariner 4, al sobrevolar el planeta a una distancia de 10 000 kilómetros, el 14 de julio de 1965. La región que se capturó con una de las primeras cámaras digitales no mostraba canales ni ciudades ni agua ni erosión o desgaste debido a agentes atmosféricos. Marte se parecía más a la Luna que a la Tierra. Sus cráteres prístinos sugerían que las condiciones de la superficie no habían cambiado en más de 3 000 millones de años. Hacía mucho que el planeta moribundo estaba muerto.

Otras dos naves Mariner, lanzadas al espacio en 1969, enviaron a la Tierra 57 imágenes que, en palabras del boletín de prensa de la NASA, “revelaron a Marte como un lugar con muchos cráteres, inhóspito, frío, seco, casi sin aire y en general hostil a cualquiera de las formas de vida que existen en la Tierra”. Pero el Mariner 9, orbitador lanzado en 1971, mandó, en un lapso de 146 días, 7 000 fotografías de una topografía sorprendentemente variada y violenta: volcanes, de los cuales el más grande, el Monte Olimpo, tiene una altura de 20 kilómetros, y un sistema de cañones, el Valle Marineris, que en la Tierra se extendería desde Nueva York hasta Los Ángeles. Islas de formas desgarradas y grandes arroyos daban testimonio de enormes inundaciones en el pasado marciano, posiblemente de agua, el sine qua non de la vida como la conocemos. En 1976 las dos sondas de aterrizaje Viking llegaron sin incidentes a la superficie marciana; los ingeniosos experimentos químicos que llevaban dieron resultados ambiguos en cuanto a la posibilidad de vida en Marte. Las conclusiones derivadas de esos resultados aún son objeto de debate en el siglo XXI.

Mientras tanto, aumenta nuestra familiaridad geográfica y geológica con Marte. Al despliegue triunfante del pequeño robot explorador Sojourner, en 1997, le siguió, en 2004, el éxito todavía más espectacular de dos robots exploradores más durables, el Spirit y el Opportunity. En cuatro años de viaje por el planeta rojo, los robots gemelos, propulsados por energía solar, han transmitido imágenes con un detalle sin precedente, incluyendo muchas que claramente corresponden a rocas sedimentarias y que sugieren la existencia de mares antiguos. Las fotografías ubican al observador justo en la superficie; las huellas de Spirit y Opportunity, semejantes a las que dejaría una escalera de mano al ser arrastrada, serpentean y excavan su camino a través de polvo y rocas que durante eones han permanecido casi sin perturbaciones bajo cielos de color salmón rosado y un sol que brilla como una perla. En esa desolación quieta, la irrupción de nuestra viva curiosidad y su intención sistemática se sienten heroicas.

Ahora, la Phoenix, con su intricando brazo, muy superior al de sus predecesores, su cuchara, sus cámaras e instrumentos de análisis, nos lleva unos centímetros por debajo del polvo, la arena y el hielo en la región polar del norte marciano. Las cucharadas de sustancias de otro planeta, cuyos ingredientes químicos han sido volatilizados, separados e identificados, se convierten en referencias para la historia cósmica. Al mismo tiempo, el Mars Reconnaissance Orbiter (Orbitador de Reconocimiento de Marte), la más reciente de las tres naves que giran alrededor del planeta, alimenta las computadoras de la Universidad de Arizona con fotografías de rasgos de la superficie asombrosamente vívidas y precisas. Algunas imágenes en colores falsos parecen completamente abstractas; sin embargo, ofrecen información científica preciosa para ojos más experimentados.

Después de todo, el planeta muerto no lo está tanto: avalanchas y tormentas de polvo son capturadas por la cámara, y en los polos, una sublimación estacional de hielo seco produce erosión y movimiento. Las dunas cambian y los remolinos de arena trazan oscuros garabatos en la delicada superficie. Ya sea que entre este caudal de información surja o no evidencia de vida microbiana o de líquenes, Marte se ha convertido en un vecino más cercano que nunca, en una provincia del conocimiento humano. Las visiones oscuras y extravagantes del planeta de fuego titilante han dado lugar a acercamientos panorámicos de una belleza que va más allá de la imaginación.

La cara es el espejo del sexo

Las caras del hombre y la mujer de la derecha tienen tendencia a relaciones sexuales esporádicas, mientras que las de la izquierda optarían por relaciones duraderas.

Evolution and Human Behaviour

A la hora de ligar, por más mentiras que contemos, nuestros propios rasgos faciales pueden traicionarnos y revelar nuestras verdaderas intenciones. O, por lo menos, la persona que tenemos delante y que nos estamos intentando llevar al huerto, sabrá si buscamos un desahogo esporádico o un amor para toda la vida.

Esta conclusión fue sacada este año en un estudio realizado por expertos de las universidades escocesas de Aberdeen y St. Andrews, en colaboración con la inglesa de Durham y publicado en la revista especializada Evolution and Human Behaviour. Los expertos analizaron a 700 participantes heterosexuales de unos 20 años, para descubrir qué criterios usaban a la hora de escoger una pareja a simple vista.

Los chicos y chicas participantes en el estudio observaron fotografías en las que aparecían caras de miembros del sexo opuesto, y los investigadores les pidieron que juzgaran el atractivo y las actitudes sexuales de cada persona en función de su fisionomía. Sus juicios fueron comparados con las actitudes y comportamientos reales de las personas que aparecían en las fotos. Resultado: el 72% de los voluntarios acertaron más del 50% de las veces.

Las mujeres más abiertas al "aquí te pillo, aquí te mato" fueron, en general, consideradas por los hombres como más atractivas, aunque los investigadores dijeron necesitar más tiempo para dilucidar qué rasgos comunes de sus caras daban a entender esta actitud. En cuanto a las mujeres, identificaron perfectamente (y para mal) a los hombres que eran más proclives al sexo casual, porque eran los más masculinos y presentaban rasgos faciales como mandíbula cuadrada, nariz más grande y ojos más pequeños.

Ellas los prefieren fieles, ellos las prefieren promiscuas

El informe viene a decir que, por regla general, los hombres se sienten atraídos por mujeres que ellos consideran más liberadas para practicar sexo sin compromiso, mientras que las mujeres sienten debilidad por los hombres que parecen ser aptos para una relación a largo plazo. Otro dato que merece ser tenido en cuenta es es que, como dijo el co-director del estudio David Perrett, de la Universidad de St. Andrews, "la mayoría de las mujeres encuentran que los hombres de apariencia promiscua son poco atractivos para relaciones cortas o largas".

"Nuestros resultados sugieren que, aunque algunas personas pueden juzgar la estrategia sexual de otras sólo con mirarles a la cara, no siempre están seguras de sus juicios, posiblemente porque las pistas son muy sutiles. Aún así, las preferencias por los diferentes tipos de cara eran bien fuertes", señaló la directora del estudio, la doctora Lynda Boothroyd del Departamento de Psicología de la Universidad de Durham.

"El estudio podría demostrar la importancia de las primeras impresiones en nuestra forma de evaluar a las potenciales parejas. Esto, a su vez, dará paso a un conocimiento más profundo de esa persona con el tiempo, a medida que se va conociendo mejor, y es posible que esta percepción cambie con la edad", añadió Boothroyd.

Por su parte, el coautor del estudio, el doctor Ben Jones del Laboratorio de Investigación Facial de la Universidad de Aberdeen comentó que "un gran número de estudios previos han mostrado que las personas pueden apreciar muchos aspectos de otras basándose únicamente en su rostro, por ejemplo el estado de salud e incluso algunos rasgos de la personalidad como la introversión, pero el nuestro es el primer estudio que demuestra que las personas también son sensibles a las señales faciales sobre el tipo de relación romántica que la otra podría preferir".

Aunque, como hemos visto, los rostros pueden ofrecer pistas sobre la actitud sexual de un individuo, esto no significa que las relaciones se basen sólo en la fisionomía, ya que existen muchos otros factores a la hora de prejuzgar sexualmente a una persona, como las feromonas, el timbre de voz, la constitución física o la forma de vestir, por poner sólo cuatro ejemplos.

Otro virus más se aprovecha de Facebook

Los 120 millones de usuarios de Facebook están en el punto de mira de un virus de nombre "Koobface", que usa el sistema de mensajes de la red social para infectar ordenadores e intenta recopilar información confidencial como número de tarjetas de crédito.

Este es el último ataque por parte de piratas informáticos que de manera creciente buscan aprovecharse de los usuarios de las redes sociales.

Koobface se extiende mediante el envío de notas a amigos de alguien cuyo ordenador ha sido infectado. Los mensajes, con encabezados de materia como "te ves genial en esta nueva película", dirigen a los destinatarios a un sitio donde se les pide que descarguen lo que se afirma es una actualización del reproductor Flash de Adobe Systems Inc.

Si descargan el software, los usuarios acaban con el ordenador infectado, que entonces conduce a los usuarios a lugares contaminados cuando intentan usar motores de búsqueda de Google, Yahoo, MSN y Live.com, de acuerdo a McAfee.

Amenaza creciente

"Unos cuantos otros virus han intentado usar Facebook de maneras similares para propagarse", dijo Barry Schnitt, portavoz de Facebook en un correo electrónico. Schnitt indicó que "un porcentaje muy pequeño de usuarios" ha sido afectado por esos virus.

"Esto va en aumento, en relación con otras amenazas como (las que provienen de) correos electrónicos", declaró Craig Schmugar, un investigador de McAfee Inc.

Facebook requiere que los remitentes de mensajes dentro de la red sean miembros de ésta y oculta los datos de los usuarios de gente que no tiene cuentas, explicó Chris Boyd, un investigador de FaceTime Security Labs.

Debido a eso, los usuarios tienden a ser mucho menos desconfiados de los mensajes que reciben en la red. "La gente tiende a bajar la guardia. Ellos creen que tienes que conectarte mediante una cuenta, por lo que piensan que no hay manera como los gusanos y otros virus podrían infectarlos", dijo Boyd.

Homenaje a "El Compa" (Ricardo Serrano) chistes
















Cae Meteorito en chepo, Panamá

Culillo por meteorito
05/12/2008
Vía Crítica


Alarma y asombro provocó antenoche en varios sectores de la capital y, sobre todo, en Chepo, un meteorito que cruzó el cielo panameño y luego se estrelló en las montañas de Panamá Este.




Los informes revelan que el hecho se registró entre las 10:00 p.m. y las 10:30 p.m. del miércoles, cuando el cielo se iluminó y se observó una trayectoria de un objeto brilloso que bajaba a mucha velocidad.

Hay reportes de personas en sectores como Chepo, Juan Díaz, 24 de Diciembre, Pacora, Condado del Rey, Don Bosco, Chanis, San Miguelito, El Chorrillo, Llanos de Curundú, Puente Centenario y hasta en Colón, que afirman que vieron el meteorito.

Residentes de Chepo aseguran que el cielo se iluminó y luego se escuchó una explosión como si fuese un tanque de gas o una bomba. También de que el estallido ocasionó un resplandor verde y blanco. Un miembro del Cuerpo de Bomberos de Chepo expresó que tras el hecho muchas personas se acercaron al cuartel por temor.




No era un meteorito, era un rayo en bola

Mucha ha sido la expectativa que ha surgido en torno a un fenómeno luminoso, que se avistó en el territorio panameño, sobre todo en Chepo.

Al respecto, telemetro.com consultó con la Ingeniera Luz Graciela de Calzadilla, Gerente de Hidrometeorología de ETESA, quien aclaró, en primer lugar, que no hay base científica para afirmar que se trataba de un meteorito.

Explica que un meteorito puede tener entre 50 a 60 metros de diámetro, algo así como una piscina olímpica, y su avistamiento es casi imposible, ya que al atravesar la atmósfera se desintegra y causa las llamadas lluvias de meteorito, que son piedritas entre 1 a 2 centímetros.

Añade que si hubiera sido un meteorito sería tal el daño, que Darién hubiera desaparecido.

La única explicación con base científica, es que se trataba de un rayo en bola. Según Calzadilla, este tipo de fenómeno tiene todas las característas que describen las personas. Un desplazamiento horizontal, luminosidad fuerte con tonos azules o verdes, cuando cae a tierra produce un fuerte sonido e incluso produce olor, ya que contiene gases.

Una de las condiciones que debe existir para que surja un rayo en bola es una tormenta eléctrica. En los registros de Hidrometeorología, cuando se dio el fenómeno se mantenía una tormenta eléctrica sobre el Golfo de Panamá.

Los rayos en bola, no son precisamente un rayo, sino una bola luminosa. Su tamaño también varía puede ser como una uva, una naranja o hasta tener un metro de diámetro. Además, su movimiento es lento y paralelo a la superficie terrestre. Por lo regular, su tonalidad es rojiza o naranja, pero también se han avistado azules.